miércoles, 21 de enero de 2009

Epidérmica ficción.

Hoy tiene que ser. Sí, sí, la situación es insostenible. Y, como dice Bersuit, “nada recicla esta contención, el choque no se puede evitar…”. Bueno, qué nervios pues. Entonces, llego y enfoco la mirada en busca de la tuya. Gente, gente. Te encuentro. Alerta, la vista panorámica ha sido exitosa. El tiempo y las palabras transcurren y yo no me puedo concentrar en nada que no sea vos. Cada tanto me encontrás también, lo siento. Idas y venidas. Fin del encuentro. Distensión generalizada. Tensión personal. Podemos ir a tomar una cerveza, caminar o simplemente pasar unos minutos intercambiando palabras. Nuestras miradas se cruzan, nuestros dedos se rozan…pero es más de lo mismo. Lo mismo de siempre. Es escenario es absurdo, siempre lo fue, y sin embargo el “necesariamente” cae por decantación. Emprendo el camino de regreso a mi casa, chequeo mi correo electrónico, fumo un cigarrillo, me lavo los dientes y me acuesto. Una nueva desilusión y, al mismo tiempo, nuevas pautas que me indican el final ineludible de esta historia. ¿Qué historia? ¿Certidumbre o ilusión? Cierro los ojos e imagino e imagino…y así hasta que finalmente me duermo. He aquí la explicación de porqué los cinco minutos que tardo en dormirme son mi momento preferido del día.

1 comentario:

Espacio Educativo Proyecto dijo...

Sólo decirte, chiqui, que perro que ladra no muerde... pero muerde si no lo dejan ladrar...